El punto de inicio para la organización de cualquier boda comienza por el papeleo. Sin los documentos oportunos no se podrá validar y legalizar la unión, así que es prioritario comenzar por recabar toda la información oportuna sobre qué documentos necesitáis, dónde conseguirlos y cómo y cuándo entregarlos para que no se os acumule el trabajo y tengáis que posponer la boda por esta razón.
Hay que tener en cuenta que, en el caso de las bodas civiles, todo comienza por el Registro Civil, que es el organismo al que deberéis entregar los documentos que se exigen por ley para la inscripción de un matrimonio.
Aunque en el Registro Civil de vuestro municipio o del que vayáis a casaros os informarán detalladamente de los títulos y documentos que necesitan para la admisión, suele ser un listado común para todo el territorio nacional:
En el caso de que uno de los dos, o ambos contrayentes, hayan estado previamente casados, estén divorciados o viudos, deberán presentar algunos certificados más concretos, como una certificación literal de matrimonio previo o de defunción del anterior cónyuge.
Todos los certificados anteriormente expuestos se pueden solicitar presencialmente en el Registro Civil o de forma telemática a través de la Sede Electrónica del Ministerio de Justicia, facilitando así la celeridad a la hora de recabarlos y entregarlos prontamente.
Para solicitarlos hay que rellenar un formulario que os facilitarán allí mismo o que podéis descargar con anterioridad de la página web y llevarlo ya cumplimentado a la ventanilla o mostrador.
Si bien, como hemos dicho, es recomendable cerciorarse con tiempo por si hubiera algunas particularidades de nuestro ayuntamiento con las que no contáramos y que nos pudieran ocasionar algún impedimento o traba.
No os quedéis con dudas, pensad que es mejor consultarlo todo con el funcionario que os entrevistará y que se encargará de la realización del expediente matrimonial, que arrepentiros después de una mala decisión.
Otro punto de gran importancia tiene que ver con el lugar donde se va a celebrar la ceremonia, porque no es lo mismo hacerlo por el Juzgado que al aire libre.
Si vuestra intención es la de oficiar la ceremonia en una finca, los jardines o algún salón habilitado del lugar del convite, es muy probable que, por experiencias anteriores, los responsables de este emplazamiento sepan si es posible o no realizarlo con validez legal.
Y es que no todos los Juzgados o ayuntamientos lo permiten. Esto se debe a que algunos de ellos no tienen autorizada la salida de las Actas Matrimoniales fuera de sus dependencias, por lo que la firma y, por consiguiente, el acto en sí de contraer matrimonio se vería limitado a realizarse dentro de alguno de estos organismos.
Como siempre, lo mejor es asegurarse al 100% de las circunstancias concretas de vuestro consistorio para verificar si el alcalde o un concejal capacitado para oficiar matrimonios civiles se puede desplazar al lugar que habéis decidido.
Al ser un servicio extraordinario, fuera de las dependencias oficiales y con un desplazamiento suplementario, además de solicitarlo con antelación para asegurar que hay disponibilidad de contar con un oficiante acreditado para la fecha de la boda, a veces hay que pagar unas tasas extra no demasiado económicas, que pueden llegar a superar los 1000 euros, pero que algunos novios abonan gustosamente si su ilusión es que se haga de ese modo.
Siempre que os lo permitan, unas semanas antes de la boda, pedid cita con el oficiante para perfilar cómo se va a desarrollar la ceremonia.
Hay parejas a quienes este punto de su enlace no les afecta tanto y no les importa firmar con anterioridad en un día laborable y hacer una ceremonia ficticia, puesto que ya están realmente casados, otro día en el lugar elegido por ellos. De esta forma, cualquier escenario: en la playa, un campo de fútbol, la cima de una montaña, etcétera será totalmente apto para desposarse, saliéndose así del convencionalismo y las lecturas de los artículos del código civil establecidas en las bodas civiles.
Es un acto más para compartir con buenos amigos y familiares y lo de menos es si tiene carácter real o no.
Pero si queréis que los asistentes al enlace no se enteren o no se den cuenta de que no cumple con los requisitos reglamentarios, también se puede contratar a un actor especializado que hará las veces de oficiante y procederá con todo el ritual paso por paso como si fuera totalmente auténtico: introducción y presentación, palabras de un familiar, votos matrimoniales, intercambio de alianzas, firma y beso final.
Muchos de los salones de bodas ya ofrecen esta opción dentro de sus servicios y cuentan con un intérprete en plantilla habituado a realizar este papel.
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