Optar por una ceremonia civil en vez de una religiosa está cada vez más de moda, y es que, aparte de la opción ideológica o de creencias personales que tengamos, casarse por lo civil permite una flexibilidad mayor a la hora de tomar una serie de decisiones clave en una boda: el tipo y color de los trajes, un lugar de celebración más versátil, incluyendo el tema de la decoración, el número de invitados al evento o la extensión y libertad en los discursos y en la liturgia en general.
Si bien los ritmos de una boda civil suelen ser más acelerados con una duración normalmente mucho más corta, que va entre los 10 y los 20 minutos, dependiendo de dónde y quién se encargue de llevarla a cabo, sigue siendo posible personalizarla mediante pequeños elementos que serán los que le darán ese toque tan especial y personal a la celebración.
Cuando el lugar de la ceremonia es el Juzgado, las posibilidades de salirse del estricto protocolo pactado se ven algo más limitadas especialmente por el factor tiempo, ya que son muchas las parejas que tienen que contraer matrimonio dentro de un turno horario muy específico. En ese caso, la ceremonia casi siempre termina siendo un tanto plana y no se da cabida a ninguna lectura ni turno de palabra por otra persona que no sea el encargado de oficiarla, salvo algunas excepciones.
Es por eso por lo que muchas parejas deciden registrarse oficialmente como matrimonio en el Juzgado un día cualquiera entre semana, ya que es un trámite necesario para legalizar la unión, y dejar la celebración para otra fecha en la que poder disfrutar de familia y amigos sin las prisas que se imponen en estos organismos.
Uno de los detalles de la celebración de la boda que quedará guardado en la memoria es la música elegida por los novios. Es una pieza fundamental no sólo para el instante en el que se declara a la pareja marido y mujer, sino también para otros de los grandes momentos de la ceremonia, como el del camino hacia el altar o la zona habilitada para que se sitúen los contrayentes, primero del novio con la madrina, y más tarde de la novia con el padrino.
Son momentos de nerviosismo, pero también de sentirse feliz y a gusto, así que, ¿por qué no dar el paso más importante de tu vida con una canción que te identifique o te haga sentir alegre?
Además, si previamente ya habéis acudido al registro civil a casaros y el ritual del día de la boda es más bien un gesto simbólico, os resultará todavía más sencillo salir del encorsetamiento que requieren las ceremonias oficiales y podéis optar incluso por llegar juntos a la ceremonia acompañados de la melodía que mejor refleja vuestra bonita historia de amor.
Otro de los aspectos que forman parte del guion de la boda civil es la parte que se refiere a los discursos o lecturas.
Tras la entrada de los novios y ya con todos los invitados en su lugar, es hora de la entradilla que suele hacer el oficiante de la ceremonia. Se trata de una pequeña introducción recordando el cometido de los novios y el bonito camino común que les espera por delante.
Comenzaría con algo así como:
“Buenos días/buenas tardes. Estamos aquí reunidos para unir en matrimonio a ______________________ y _____________________”, seguido de una explicación de lo que significa el amor, la vida en matrimonio, etcétera.
Antes de seguir con la rutinaria lectura del acta matrimonial, que es un texto legal de los artículos del Código Civil, un familiar o amigo cercano puede darle el punto emotivo y cercano a la ceremonia dedicando un discurso preparado o unas breves palabras a los novios.
Hoy en día hay mil maneras de dar forma al discurso perfecto e incluso Internet es una magnífica fuente de ideas, propuestas y modelos disponibles cuando la imaginación o la redacción no son nuestro fuerte.
Para acentuar el contenido, nada mejor que una romántica melodía de fondo, algo que emocionará a todos los presentes y hará que se mantengan en silencio escuchando atentamente.
En las ceremonias simbólicas, sin validez jurídica, se pueden sustituir los pasajes imperativamente legales por algo más lúdico, entretenido o entrañable, donde incluso los novios se dejen llevar por la improvisación y sean ellos mismos los que tomen el micrófono para exponer lo felices que son, leer una lista de votos particular para su pareja o simplemente agradecer a los invitados que estén compartiendo este día con ellos.
Alguna de las opciones más románticas y únicas es seleccionar un pasaje de un cuento, la letra de una canción o, si los novios son muy atrevidos, hacer una lectura teatralizada, interpretarlo cantando o hacer una lograda puesta en escena involucrando a algunos de los asistentes con lo que se haya pactado (y ensayado) previamente.
Una vez finalizadas todas las lecturas, toca la parte más tierna y a su vez apasionada: el intercambio de alianzas y el primer beso de casados.
Al no ser una boda de Estado, la opción más certera es hacer lo que sintáis en ese momento: así que tanto si preferís un beso natural y dejar el resto de muestras de afecto para más tarde, como si os decantais por uno de película, la decisión es totalmente vuestra.
En el caso de las ceremonias protocolarias, el beso habitualmente es más frío y corto por todo lo que hemos dicho hasta ahora de los estrictos horarios con los que hay que cumplir para facilitar que no haya retrasos en la agenda de los juzgados, sin olvidar que los documentos para formalizar la boda deben ser rubricados por los novios en esta fase del proceso, cerrando así el acta matrimonial.
Una vez se ha creado el ambiente deseado para la boda y se ha decorado a nuestro gusto, se pueden añadir otro tipo de rituales para hacer de este momento todavía más especial como por ejemplo la ceremonia de las velas, también llamada de la luz.
En este ritual, ambos miembros de la pareja cogerá una vela cada uno, cuyas llamas se unirán en otra vela más grande, simbolizando la unión de los esposos. Se puede acompañar de música, de un poema o de unas palabras de uno de ellos, de los dos e incluso de un amigo que los conozca bien.
Otro de los ritos más populares es el de la arena, en el que cada uno de los cónyuges aporta un pequeño recipiente con arena, natural o pintada de color, para combinar ambas dentro de otro recipiente mayor.
Estos dos rituales y muchos otros igual de sencillos y sentimentales, se pueden realizar en las ceremonias civiles como broche final de un guión marcado por el estilo de los novios.
Llega por fin el turno de los invitados con el lanzamiento de pétalos, arroz o confeti a la salida de los novios. Ya todos los nervios han pasado y es momento de alegría, emoción, felicitaciones y sentimientos a flor de piel.
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